Actualmente, la población nacional, al igual que en toda Europa, con una edad superior a 65 años supone un porcentaje importante en el contexto global. Así mismo, existe un incremento de la longevidad, que unidos a los cambios en el estilo de vida de la sociedad, supone un incremento de la demanda para ingresar en centros residenciales. Debido a ello, surge la necesidad de fomentar estrategias dirigidas a este sector de la población con el objetivo de obtener una mejor adaptación y una mejor calidad de vida.
Con motivo de este cambio sociodemográfico dentro de la población, se desencadena un aumento del sentimiento de soledad. Cobra importancia su análisis respecto a los centros residenciales, ya que estudios afirman un alto grado de soledad con respecto al resto de ámbitos.
Por tanto, es muy importante entender el concepto de soledad, así como todas sus atribuciones, para poder detectarla y llevar a cabo una prevención y/o intervención adecuada en cada situación.
La soledad es un sentimiento subjetivo de discrepancia entre las relaciones sociales que la persona tiene en comparación con las que le gustaría tener. La soledad no es el resultado directo de la ausencia de relaciones, sino una consecuencia de los sentimientos de insatisfacción con las relaciones sociales existentes o la ausencia de las mismas provocando en la persona una situación desagradable que implica un sufrimiento, y que puede tener efectos perjudiciales sobre la salud y el bienestar físico, social y psicológico.
La soledad culturalmente siempre ha tenido una connotación negativa, no obstante no siempre es así, sino que es un sentimiento o emoción subjetiva. Se puede dividir en dos grandes ramas: voluntaria e involuntaria.
La soledad voluntaria viene dada por una decisión personal y no impuesta con el fin de buscar un beneficio propio e individual. Este tipo de soledad, tiene una connotación positiva, de forma que se considera beneficiosa para la persona, por qué no conlleva problemáticas en su salud.
Por otro lado, la soledad involuntaria viene dada por una causa ajena a la decisión de la persona, de forma que no hay una elección personal de aislarse respecto a la sociedad.
Este tipo de soledad, tiene una connotación negativa, puesto que genera una problemática en el bienestar emocional y social de la persona. De forma que tenemos que tener en cuenta aquellos factores de riesgo que conlleven la aparición de este tipo de soledad en una persona residente.
Factores de riesgo
Existen una serie de factores sociales y estructurales que contribuyen a un aumento del sentimiento de soledad dentro de los centros residenciales:
- Cambios en el estilo de vida: Hace referencia a cambios del entorno, de rutinas y horarios por parte del residente.
- Calidad de las relaciones sociales: los contactos sociales de las personas mayores se vuelven más pequeños, de forma que los vínculos afectivos con su entorno más directo se reducen, incluyendo los propios familiares.
- Duelo: Nuestros mayores sufren una serie de pérdidas tanto físicas como materiales, ya sean pérdidas de un familiar, así como la pérdida del hogar, creando en el residente un malestar significativo al que debe hacer frente.
- Mala salud: Muchos residentes presentan un deterioro físico y/o mental de forma que sus actividades se reducen respecto al grupo, generando un aislamiento y una dificultad ante la socialización.
Impacte i conseqüències
La soledad mantiene una correlación con problemas físicos, psicológicos y sociales, dado lugar a las siguientes problemáticas:
- Depresión
- Baja autoestima
- Ansiedad
- Estrés
- Psicosis
- Demencia
- Trastornos del sueño
Detección de síntomas indicativos de soledad e residencias
Es importante para los trabajadores del centro ser conocedores de posibles síntomas indicadores de soledad para poder tomar medidas al respecto y prevenir o paliar este sentimiento.
A nivel conductual prestaremos atención a las siguientes áreas:
- Cambios en el ciclo del sueño
- Cambios en la alimentación
- Aparición de síntomas ansiosos e inquietud
- Aparición y/o Acentuación del Nerviosismo
A nivel de salud existen una serie de situaciones que pueden ser indicadores de que nuestros residentes presentan signos de soledad:
- Mayor número de demandas hacia el personal del centro
- Incremento significativo de visitas al médico
- Pérdida de gratificación en actividades en las cuales el residente participaba
- Fluctuaciones emocionales
- Problemas en la salud que no se explican por una causa médica
Intervenciones para combatir la soledad en centros residenciales
- Fomentar la participación familiar: Es importante la implicación familiar en actividades propuestas por el personal técnico de la residencia porque puede fomentar la motivación, la confianza y la implicación.
- Formación del centro: el personal del centro debe ser conocedor de las dificultades que pueden presentar nuestros residentes, el trato debe ser cálido y empático para generar bienestar emocional.
- Estrategias y habilidades sociales: Es necesario fomentar un estilo de vida proactivo y mantener una visión positiva en las actividades tanto dentro como fuera de la residencia, del mismo modo es significativo que se fomenten vínculos tanto con el personal del centro, como con otros usuarios a través de actividades lúdicas que puedan ser de interés para nuestros usuarios.
- Promover intervenciones individualizadas dentro de lo posible: cada uno de nuestros residentes tiene una historia de vida propia y única, dando lugar a que no todos disfruten de las mismas actividades, es por ello que es conveniente, dentro de lo posible, fomentar actividades que puedan ser de interés para la persona, conocer sus gustos, sus rutinas...
- Vida diaria: las actividades de la vida diaria son un estímulo en nuestros residentes, creando un sentimiento de utilidad y de sujeto como agente activo del proceso.
- Aumento de la afectividad del personal del centro hacia los residentes, promoviendo la escucha activa y la empatía.
- Llamadas telefónicas y contacto directo con los familiares y/o vínculos significativos directos.
Conclusió final
Nuestros residentes no solo necesitan cubrir unas necesidades básicas, sino que también necesitan autorrealizarse, sentirse útiles y acompañados, es por ello que desde el centro se promueve la aplicación de estrategias y protocolos de actuación para poder minimizar en la medida de lo posible, todos aquellos factores de riesgo que impliquen situaciones de aislamiento y soledad. Mantener un trato cercano y fomentar la empatía, así como el acompañamiento, son unos de los requisitos más importantes a tener en cuenta durante este proceso.
Sara Vilarroya
Psicóloga del Centro residencial Torreblanca