Muchas enfermedades que afectan a personas grandes tienen una afectación directa sobre el estado de ánimo de las personas que las sufren. También el consumo de determinadas sustancias, como por ejemplo el alcohol, pueden provocar síntomas emocionales como por ejemplo tristeza, desmotivación y apatía, o angustia, entre otros. Entre los trastornos del estado de ánimo más comunes está la depresión.
Los trastornos del estado de ánimo, también llamados trastornos afectivos, pueden implicar a la persona mayor que lo sufre sentirse triste todo el rato, perder el interés en aspectos importantes de su vida, fluctuar entre la felicidad y la tristeza extremas, trastornos del sueño, pérdida de hambre, irritabilidad, entre otros. El trastorno del estado de ánimo más común es la depresión. Esta última es una enfermedad que va más allá de sentirse abatido o triste durante unos días. Estos sentimientos no desaparecen, persisten e interfieren en la vida diaria de la persona grande que los sufre. Algunos de los síntomas principales son: tristeza, pérdida de interés o placer en actividades que antes a menudo disfrutaba, cambios en el peso, dificultad para dormir, pérdida de energía, sentimientos de inutilidad, dificultades para concentrarse, desesperación, pensamientos de muerte o suicidio, entre otros.
Algunas enfermedades que sufren las personas mayores pueden afectar el estado de ánimo, como por ejemplo las enfermedades neurológicas y degenerativas como el Parkinson, patologías vasculares como los accidentes cerebrales, algunos tipos de cánceres y/o enfermedades como por ejemplo el hipotiroidismo. El consumo inadecuado de alcohol, y la toma de fármacos como por ejemplo hipnóticos, ansiolíticos o corticoides pueden alterar el estado de ánimo de una persona mayor de 65 años. Aun así, hay una gran variedad de factores internos (como son las causas neurológicas), de factores ambientales y sociales (como por ejemplo la pérdida de un ser querido, conflictos familiares, entre otros) y factores de personalidad (por ejemplo la tendencia a ser más o menos positivo) que pueden determinar la aparición y el curso de un trastorno del estado de ánimo.
¿Cómo se lleva a cabo el diagnóstico de los trastornos del estado de ánimo ?
La detección de los trastornos del estado de ánimo y en especial de la depresión, es importante que se haga a través de los especialistas médicos, sobre todo en poblaciones de alto riesgo como el de las personas mayores con antecedentes de la misma enfermedad o con patologías orgánicas significativas que causen discapacidad o dependencia.
Algunas veces la persona mayor que sufre depresión no tiene conciencia de que está triste y se queja, por ejemplo, de dolor de cabeza, digestiones lentas, estreñimiento, etc.: son las llamadas depresiones enmascaradas.
Según si la depresión es más grave o no, el tratamiento será diferente. Así por ejemplo, en la depresión leve se recomiendan intervenciones no farmacológicas como los paseos, la relajación o las intervenciones psicoterapéuticas de apoyo, y hacer uso de los recursos de la comunidad. En depresiones más graves, el médico puede determinar un tratamiento farmacológico: los antidepresivos normalizan las sustancias químicas naturales del cerebro denominadas neurotransmisores, principalmente la serotonina. Cualquier clase de antidepresivo, la persona lo debe tomar en dosis regulares durante al menos tres o cuatro semanas, antes de que pueda experimentar un efecto terapéutico completo.
Por otro lado, y más allá de las indicaciones que el médico de cabecera o el especialista nos haga, como cuidadores de una persona mayor se recomienda adoptar una serie de actitudes que resultarán favorecidas por la persona que sufre una depresión.
Entre las principales podemos destacar:
- Hablar con la persona desde una actitud de apoyo, de escucha activa y empática.
- Escuchar a la persona y evitar la victimización.
- Aportar elementos informativos y de apoyo para que la persona se responsabilice de su situación.
- Tratar de reforzar y potenciar los recursos y estrategias adaptativas de la persona mayor, ofreciéndole los mecanismos de apoyo necesarios.
Es muy importante el papel del cuidador en la tarea de reforzar el tratamiento que marque el médico.
Muchas veces las personas mayores que sufren de depresión no tienen ganas de hacer nada, casi siempre se niegan a visitar a los especialistas, y seguir el tratamiento. A menudo dicen que no sirve para nada. Es fundamental no ceder en este punto porque si la persona mayor no visita el médico y no sigue el tratamiento, difícilmente mejorará. Si esta persona no está cognitivamente muy deteriorada, tiene que poder darse cuenta de que está afectado por una enfermedad y que esto explica que no se sienta bien en estos momentos. Y también tenemos que ayudarla a llegar a la conclusión de que el apoyo médico y social es un camino adecuado para recuperarse.
La socialización en los mayores para combatir la depresión.
Mantener una vida social activa ayuda a que las personas mayores se mantengan activos y mejoren la salud cognitiva, la socialización tiene mucho que ofrecer a nuestros mayores. La socialización es como el ingrediente secreto que hace que el estilo de vida de los mayores sea saludable. Los expertos han demostrado que la socialización entre las personas mayores no sólo mantiene el cerebro en forma, sino que incluso puede disminuir el riesgo de desarrollar demencia y enfermedad de Alzheimer.
Además de los beneficios para la salud cognitiva, la socialización también proporciona importantes beneficios psicológicos que enriquecen la vida, tales como:
1. Mejora de la salud mental
Muchas personas mayores corren el riesgo de quedar aisladas, que es una de las principales causas de depresión entre los mayores. El aislamiento y la soledad pueden provocar sentimientos de desesperación o inutilidad. La socialización combate estas situaciones depresivas y permite que las personas se sientan amadas y valoradas. Las personas con las que interactuamos y las actividades que realizamos en la sociedad afirman nuestro sentido de valía. Cuando se pasa tiempo con otros, no sólo se evita el aislamiento, sino que se tienen muchas oportunidades de mantener un estado mental saludable y una perspectiva positiva.
2. Sentido de pertenencia
Sentir que pertenecemos a algún lugar es tan importante durante nuestra vejez como lo fue durante la adolescencia. Es importante saber que tenemos personas a las que podemos acudir para compartir los altibajos de la vida. Especialmente para aquellos que pueden haber perdido a un ser querido o un cónyuge, la necesidad de pertenecer a algo puede ser más intensa
Socializar con otras personas puede ayudar a cultivar nuevas amistades y lazos duraderos a medida que se participa en eventos significativos de la vida en común.
3. Aumento de la autoestima
Es común que la autoestima disminuya a medida que experimentamos las dificultades del envejecimiento. Podemos sentirnos avergonzados o frustrados con nosotros mismos cuando tenemos problemas para realizar tantas cosas como solíamos hacerlo. Sin embargo, cuanto más socializamos y participamos en actividades con otras personas, más nos beneficiamos de sentir que todavía contribuimos a nuestra sociedad.
Las interacciones positivas de cualquier tipo nos ayudan a sentirnos más seguros de nosotros mismos a medida que aprendemos a reconocer los rasgos y talentos importantes que no desaparecen con la edad.
4. Cuidado personal
Es importante para los mayores mantener hasta donde les sea posible un autocuidado personal y sus círculos sociales les serán de gran ayuda como referentes. Si nos aislamos, es fácil caer en los malos hábitos de la disminución del autocuidado. La socialización, en cambio, nos da motivos para mantener el autocuidado y priorizar nuestra salud personal.
5. La vida con un propósito
Cuando tenemos un lugar adonde ir, algo importante que hacer y personas que ver, nos ayuda a sentir que nuestras vidas tienen un propósito. Una vida social sólida puede ayudarnos a levantarnos por la mañana con entusiasmo y anticipación por lo que nos espera. Las fuertes conexiones que tenemos con los demás crean significado en nuestras vidas, dándonos una mayor sensación de satisfacción con solo estar cerca unos de otros. Pasar tiempo de calidad con aquellos que nos importan, que tienen aficiones o cosas en común con nosotros o quienes nos cuidan nos recuerda que la vida vale la pena.
Encontrar un lugar donde la socialización sea naturalmente fácil es una razón principal para que las personas mayores se muden a un entorno comunitario, desde los centros residenciales de Suara cooperativa alentamos a las personas mayores a las que acompañamos y con las que trabajamos para que hagan de su vida social una prioridad. Las personas y los seres queridos con los que compartimos la vida pueden dar más sentido a todo lo que hacemos.