Cuando alguien tiene un familiar cerca que necesita ayuda, siempre suele surgir la misma duda: ¿qué he de hacer? ¿Buscar un centro de día? ¿Buscar una persona que me ayude o bien decidirme por una residencia? En este artículo intentaremos descubrir la respuesta. 

Lo primero que deberíamos hacer con nosotros mismos es aceptar que necesitamos ayuda. Socialmente, y esto ya viene de varias generaciones atrás, tenemos la creencia de que como hijos hemos de cuidar a los padres hasta el final, y ciertamente debería ser así, aunque a esta frase le falta un matiz. Hemos de cuidar de los padres siempre que no nos vaya nuestra vida en ello. Es decir, yo como persona con vida propia podré cuidar de mi madre o de mi padre o de los dos siempre que por el hecho de cuidarlos a ellos no se desmonte mi estructura familiar. Si para cuidarlos a ellos mi vida se desmorona, he de tener claro que necesito algún recurso y no por buscarlo y decidirme por uno dejo de cuidarlos. 

Por suerte, actualmente hay muchas posibilidades para sentirnos escuchados y que nos den apoyo, y cualquier recurso que funcione será el correcto. Las diferencias entre SAD (Servicio a Domicilio), CD (Centro de Día) y RA (Residencia Asistida) son las siguientes: 

  • SAD: la persona dependiente continúa viviendo en su propio domicilio o en el domicilio de alguno de sus familiares y es una persona (o varias) externa a la familia la que va al domicilio y ayuda en las tareas del día a día (las tareas en concreto a realizar se pactan con la persona o con la empresa contratada). 
  • CD: la persona dependiente continúa viviendo en su domicilio o en el domicilio de algún familiar, pero va a un centro a pasar unas horas o todo el día; se pueden encontrar centros que tienen también el servicio de transporte y otras que no, pero la finalidad es que la persona continúe durmiendo en su domicilio. 
  • RA: la persona dependiente cambia de domicilio, pasa a vivir en un centro residencial, y allí tiene una habitación con su propio espacio y comparte unos espacios comunes con otras personas residentes. 

Lo mejor de todo sería poder mantener el poder de decisión de la persona dependiente, es decir, que la persona pueda escoger cuál es el recurso óptimo para ella. El conflicto llega cuando la persona no acepta sus limitaciones y verbaliza que no le hace falta ningún recurso y, en cambio, los de su alrededor se dan cuenta que quizá no mantiene unas buenas condiciones higiénicas, o no se alimenta como debe o quizá no se toma correctamente la medicación o ha tenido alguna caída de manera reiterada. 

Cuando la persona no es consciente de sus limitaciones lo más recomendable es que los familiares valoren si esto afecta a sus vidas, tanto la de la persona afectada como la de la familia. Si se llega a la conclusión de que vivir de esa manera es más perjudicial que beneficioso, es el momento de buscar el recurso más adecuado a cada familia teniendo en cuenta las diferencias que se comentaban antes. 

Hay que tener en cuenta que ninguna de ellas es excluyente o que, si escoges una, no puedes cambiar a otra; al contrario, todas son complementarias y todas son válidas, solo hay que observar cuál es nuestra necesidad como familia. 

Cabe decir que, cuando una persona mayor tiene un deterioro cognitivo, lo que menos necesita son cambios y movimientos. Una persona mayor con demencia seguramente se adaptará antes a una residencia que a un centro de día, ya que el hecho de salir de casa para ir a otro lugar y por la noche volver acostumbra a provocar más estrés a las personas, a no ser que ya haga tiempo que va al centro de día y ya tenga una rutina establecida. Sería similar al hecho de ir a trabajar, te levantas en casa, vas al trabajo y vuelves a casa. Si fuera el caso, lo mejor sería mantener los mismos horarios, a ser posible de lunes a domingo, para que la persona pueda seguir una rutina. 

También es bueno observar que, por naturaleza, nos cuesta más adaptarnos a tener un extraño en casa que a cambiar de casa. El hecho de encajar con una persona externa dentro de “nuestro territorio” siempre resulta más difícil que si nos tenemos que adaptar a un entorno que no conocemos, pero es cierto que si encajamos el hecho de continuar estando en nuestro domicilio tiene sus ventajas. Vale la pena destacar que por norma general se comienza solicitando el servicio unas horas al día y se acaba necesitando un servicio para todo el día, que comporta que no pueda hacerlo una única persona, sino que acabemos necesitando una persona de lunes a viernes, otra para los fines de semana y otra para las noches. La persona mayor ha de encajar con más de una persona y seguramente aquí es donde se presenten las dificultades, con la particularidad de que como familiar has de continuar yendo a comprar (o controlando el qué y el cómo), tienes los gastos del piso (alquiler, suministros, etc.) y si pasa cualquier cosa tendrás que ir tú igualmente. 

Cuando acabemos decidiendo ir a un centro residencial hemos de pensar que de alguna forma dejamos de ser “responsables” de lo que come, de lo que duerme, de lo que hace en general, ya que hay unos profesionales que harán todo esto por nosotros y solo nos tendremos que preocupar de irlo a ver y escucharlo con atención. Eso sí, también hemos de estar dispuestos a escuchar quejas porque es evidente que la atención que la persona recibe queda repartida entre todas las personas residentes, de manera que seguramente habrá cosas que no te acabarán de encajar. En este caso te diría, cuando vas ¿está contento o contenta? ¿Te explica lo que ha hecho o critica a otras personas residentes? ¿Va a comer con vosotros el domingo y enseguida quiere volver al centro? Todo esto son señales de que, a pesar de lo que te diga, en el centro está bien y seguro que habrá cosas que haríamos de manera diferente, pero lo importante es lo que transmite (y no solo con palabras) cuando vas a verlo o a verla. 

Una vez explicado esto, solo hace falta que nos demos cuenta de lo que necesitamos como familia y buscar el recurso más apropiado para nosotros, sin culpabilidades ni sentimientos extraños. Recuerda que cuando las dificultades nos superan es que necesitamos buscar un recurso y eso querrá decir que queremos a nuestro padre o a nuestra madre porque como quiero lo mejor para ellos y para mi busco ayuda y la encuentro, acepto la situación.