La socialización en la tercera edad es un aspecto fundamental para garantizar el bienestar emocional y físico de las personas. A través de la socialización, aprendemos a interactuar con los demás, comprender las normas y valores de nuestra sociedad, y desarrollar nuestra propia identidad. Desde una edad temprana, la socialización juega un papel crucial en nuestro desarrollo personal

La interacción social sigue siendo crucial a medida que envejecemos, destacando su importancia en la tercera edad. Sus beneficios abarcan la salud física y mental, así como la calidad de vida general. A medida que nos hacemos mayores las redes de socialización pueden verse limitadas debido a aspectos como la jubilación, el deterioro físico y/o cognitivo, así como por la pérdida de seres queridos. 

Promover la socialización en las personas que se encuentran en la etapa de la tercera edad favorecerá a que se sientan conectados con el entorno y la comunidad, factor que contribuirá a reducir el sentimiento de soledad que muchas veces tienen. En términos de salud mental y emocional, una correcta socialización actúa como un antídoto contra la depresión y la ansiedad. Además, brinda un sentido de pertenencia y propósito, especialmente relevante en esta etapa de la vida.

También es importante destacar que promover la socialización puede llegar a prevenir el deterioro cognitivo;  diversos estudios aseguran que aquellas personas que tienen una vida social activa tienen menor riesgo de acabar sufriendo enfermedades neurodegenerativas. Promover la comunicación y las relaciones interpersonales mantiene la mente activa y es una forma indirecta de ejercitar las conexiones neuronales para preservar el funcionamiento cognitivo. 

Relacionarnos con los demás, como vemos, ya es una forma de prevenir el deterioro cognitivo, pero además, especialmente desde el ámbito residencial, podemos realizar actividades y ejercicios como por ejemplo: clubes de lectura, juegos de palabras, reminiscencias de hechos históricos que las personas hayan vivido, hablar de tradiciones culturales y nacionales… Otro recurso que se ha demostrado que ayuda a ejercitar la memoria y que es del agrado de la mayoría de nuestros mayores es la música. Son muchos los beneficios que aporta trabajar con música para la estimulación cerebral, así como a nivel relacional y de mejora del estado de ánimo.  La musicoterapia nos permite trabajar el habla, la memoria, la atención, la participación e interacción social, mitigar el aislamiento y conectar con el entorno entre otros muchos aspectos. Por tanto, añadir este recurso para crear estrategias de socialización es clave.  

Debido a todos los factores expuestos y enfocándonos desde la mirada de la educación social, los profesionales de esta disciplina y también otros perfiles técnicos, son conscientes de la importancia de brindar espacios de socialización en los centros residenciales, a través de la planificación y realización de diversas actividades para promover la participación de las personas mayores. Así pues, resulta fundamental generar espacios estimulantes a partir de actividades lúdicas para fomentar el diálogo y las interacciones sociales que permitan a las personas tener un envejecimiento activo. 

Algunos ejemplos de actividades que promuevan la comunicación entre personas, especialmente en las personas mayores, pueden ser juegos de mesa, talleres creativos, ejercicio en grupo o actividades orales. Una manera de empezar a promover la socialización es a partir de grupos de interés, facilitando el encuentro de personas dentro del grupo que compartan afinidades, gustos, o hobbies. Esta estrategia puede ser un punto de partida para que se creen vínculos entre personas y también es una oportunidad para que los y las profesionales podamos conocer mejor a las personas atendidas y adaptarnos a sus necesidades. Para que se den estos procesos es necesario, además, que las personas se encuentren en un espacio agradable, tranquilo y cómodo para ellos ya que de esta forma se sentirán a gusto y se favorecerá que se sientan parte del entorno. 

A medida que nos hacemos mayores las interacciones sociales con amistades o conocidos tienden a menguar y, en ocasiones, el contacto con la familia se convierte en en el único que tienen. Por ende, las familias también son un elemento muy importante en la socialización de los residentes. Las visitas y/o salidas con sus familiares les brindan una conexión con el entorno más allá de la residencia y les proporcionan mucho bienestar emocional. Aprender a escucharlos y tenerlos en cuenta para pasar tiempo de calidad con ellos donde puedan relacionarse con sus seres queridos es clave para su calidad de vida. Sin embargo, no todas las personas cuentan con este entorno familiar, por ello resulta fundamental promover la cultura de la socialización en el centro residencial, para que todos los profesionales que trabajamos en los centros seamos conscientes de ello y facilitemos oportunidades de socialización a todos los residentes. En este sentido, los programas de voluntariado también resultan muy interesantes para promover la socialización. Cuando personas voluntarias acuden a las residencias pueden ofrecer escucha activa, acompañamiento o compañía en actividades y crear vínculos significativos para los residentes, mejorando así su bienestar emocional.

El papel de la fisioterapia en la promoción de la socialización

La fisioterapia desempeña un papel crucial en la promoción de la socialización en las personas mayores al integrar programas y actividades diseñados no solo para mejorar la salud física, sino también para fomentar la interacción entre los individuos en determinados entornos, como en los centros residenciales.

En primer lugar, la implementación de programas de ejercicio en grupo, como clases de yoga adaptadas o grupos de caminata, se convierte en una herramienta valiosa. Estas actividades no solo contribuyen a mejorar la salud cardiovascular, muscular y la flexibilidad de los participantes, sino que también ofrecen oportunidades significativas para la interacción social. El compartir experiencias durante el ejercicio no solo fortalece los lazos entre los residentes, sino que también crea un sentido de comunidad que puede mitigar la sensación de aislamiento que a menudo experimentan las personas mayores.

La inclusión de juegos físicos cooperativos, como la petanca, los bolos o el bádminton adaptado, no sólo busca estimular la movilidad y coordinación, sino que también promueve la colaboración y el compañerismo entre los participantes. Estos juegos no solo son beneficiosos desde el punto de vista físico, sino que también proporcionan un espacio propicio para la socialización y el disfrute compartido, contribuyendo así al bienestar general de los residentes.

Las actividades recreativas, cuando son incorporadas en los programas de fisioterapia, ofrecen otra dimensión en la promoción del bienestar físico y la socialización. Actividades como la danza terapéutica o la aquaterapia, adaptadas a las capacidades individuales de los participantes, fortalecen los lazos sociales dentro de la comunidad residencial. Estas prácticas no solo brindan beneficios físicos, sino que también proporcionan un espacio seguro y agradable para la expresión emocional y la conexión con otros residentes.

La fisioterapia, cuando se integra con creatividad en programas sociales, no solo se limita a mejorar la movilidad y la salud física, sino que también contribuye al fomento de hábitos saludables, como la alimentación equilibrada y un sueño adecuado. Estas prácticas holísticas no solo tienen un impacto positivo en la salud física de los residentes, sino que también fortalecen la conexión social y el sentido de pertenencia en la comunidad residencial. En resumen, la fisioterapia desempeña un papel fundamental en la promoción de la socialización en la tercera edad al ofrecer programas y actividades que no solo mejoran la salud física, sino que también fomentan la interacción social y el bienestar emocional de los residentes en entornos como los centros residenciales.

En conclusión, la socialización tiene enormes beneficios a nivel físico, cognitivo y emocional durante todo el ciclo vital de las personas. Sin embargo, se vuelve especialmente relevante al hacernos mayores -momento vital en que suelen decaer las relaciones e interacciones-. Por ello, promover y generar oportunidades donde se puedan desarrollar espacios de socialización, especialmente en centros residenciales, favorecerá en gran medida el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores.

Andrea Afonso, Leila Mbarki y Sara Morales

Educadora social, fisioterapeuta y trabajadora social del Centro residencial Dovela