Desde el centro residencial Torreblanca nos gustaría hacer extensibles, de forma breve pero no por ello menos importante, las vivencias y experiencias durante este período de pandemia de Covid-19.

Una situación que ha sido devastadora desde que empezó hace dos años, y que parece no tener fin a pesar de las medidas de prevención e higiene que hemos incorporado y aprendido para poder ponerle freno, sobre todo en el ámbito residencial y debido a la vulnerabilidad de las personas que viven en el centro. También cabe señalar las adaptaciones y transformaciones que hemos tenido que implementar en tiempo récord, que han cambiado las dinámicas y nuestro día a día. Y como no puede ser de otra manera, mostrar agradecimiento y rendir homenaje a todas las personas que lo hemos vivido de cerca, comenzando por las mismas personas atendidas, las familias, las profesionales y las voluntarias. 

Durante todo este periodo, las personas atendidas en el centro residencial nos han enseñado y demostrado una gran fortaleza. Ante la incertidumbre y el desconocimiento global mundial para hacer frente a la Covid-19, las personas mayores han tenido la gran capacidad y entereza de afrontar situaciones como los aislamientos y la pérdida de contacto físico, así como no poder recibir el afecto de sus seres queridos. 

Los aislamientos en las residencias han sido recurrentes como medida necesaria para prevenir contagios y preservar el estado de salud de las personas más vulnerables. Por contra, han provocado un distanciamiento social con las familias y con el entorno de la persona. Por eso ha sido de vital importancia el acompañamiento a las personas atendidas y a sus familias a través de los dispositivos digitales, unas herramientas tecnológicas que han permitido velar por las relaciones sociales, evitar estados de angustia y distanciamiento, y ofrecer apoyo emocional ante la ausencia de la proximidad de los seres queridos. De esta forma, se han podido establecer vías de comunicación bidireccional entre la residencia y el entorno. 

En el contexto de crisis sanitaria esta iniciativa supone un nuevo aprendizaje, ya que ha comportado la adaptación a un nuevo método para establecer vínculos con el entorno social, aceptando esta nueva dinámica de vida y el retorno a una cierta normalidad. En este sentido, queremos poner énfasis en el reconocimiento de la gran fortaleza y valentía de las personas que viven en la Residencia Torreblanca, que han estado expuestas a cambios constantes.  

Ramona Serrat, que tiene 93 años y vive en la Residencia Torreblanca, fue testimonio de los tiempos de guerra y ahora también lo ha sido de la pandemia. Ramona nos explica su experiencia: 

“Cuando se declaró el estado de alarma estaba preocupada y nerviosa por lo que estaba pasando. Aun así, tenía la esperanza de que algún día u otro se arreglaría, como cuando vivimos la guerra, pero la realidad es que la pandemia todavía exista y está claro que tenemos que aprender a convivir con esta nueva vida. Ahora me siento valiente, fuerte y acompañada, pero durante la pandemia también me cayó alguna lágrima.”

ramona residente torreblanca

En el caso de Ramona, se refleja su capacidad de superación ante las adversidades de la vida, afrontándolas de manera positiva y aprendiendo a cualquier edad a ser resiliente y capaz. 

Otro testimonio de la residencia Torreblanca es Luís, que tiene 90 años y antes de la llegada de la Covid-19 asistía al centro de día de la residencia. A causa de la pandemia tuvo que ingresar como residente, ya que su mujer vivía en el centro desde hacía tiempo: 

“Aún recuerdo el día que comenzó la pandemia. Yo iba al centro de día, y me dijeron que, por protocolos, tenía que cerrarse y que no podría asistir. Tenía la opción de ingresar en el centro si quería. Mi decisión fue rápida, y decidí quedarme porque mi mujer hacía tiempo que vivía en el centro. Aún recuerdo el momento de ir a casa con rapidez para hacerme la maleta y volver a la residencia. Fueron dos meses muy duros. Aislado en la habitación sin poder salir, yo que soy un hombre al que le gusta caminar mucho cada día, y tenía que caminar dentro de la habitación. Además, estuve dos meses sin poder ver a mi mujer, ya que estaba aislada en otra habitación. Recuerdo esos meses con mucha tristeza.”

lluis residente torreblanca

Este periodo también ha sido especialmente duro para las familias, ya sea por su desconocimiento, el distanciamiento, el aislamiento y en muchos casos por el duelo de la pérdida de seres queridos sin poder acompañarlos. Esto ha provocado una gran tensión emocional y psicosocial; aun así, cabe poner de manifiesto el esfuerzo que han mostrado para adaptarse al alud de información, normativas, comunicados, protocolos y medidas de prevención a las que los hemos sometido durante todo este período, sobre todo por el aumento constante de contagios. Todo esto sin poder tener contacto con sus familiares y amigos, ya que no solo tenían que aplicarlo al entorno residencial, sino también en sus domicilios y en la actividad de la vida diaria. 

En momentos de incertidumbre, presión social y sanitaria, queremos mostrar visibilidad y rendir homenaje y agradecimiento a todas las partes implicadas; las personas atendidas y sus familias, agentes externos y de apoyo, y por descontado a las personas trabajadoras del centro que han estado expuestas en primera línea, desde el equipo de limpieza hasta el personal de atención directa e indirecta que ha contribuido a atender a las personas del centro; a la entidad Suara que ha velado para dotarnos de todos los recursos necesarios para hacer frente a la pandemia sin dejar de prestar el servicio a las personas y manteniendo sus valores. Y recordar que hemos trabajado, trabajamos y continuaremos trabajando para y con las personas, demostrando que nos necesitamos las unas a las otras y que unidas podemos hacer cosas extraordinarias.